01 diciembre 2023
Perla Martínez
Hace un par de años, unos meses antes de la COP26, publiqué en estas páginas una columna titulada «Ambición climática histórica en NL». Era octubre de 2021 e iniciaban las Administraciones actuales del Gobierno del Estado y municipales.
En esta columna celebraba que después de dos años de trabajos de la Alianza para la Acción Climática de Monterrey teníamos nuevos y jóvenes funcionarios que afirmaban entender la gravedad de la crisis climática y prometían estar dispuestos a implementar una acción climática ambiciosa por encima de sus intereses políticos.
En esos meses, el Gobierno estatal y algunos Alcaldes declararon emergencia climática, se inició la creación y entrada en vigor de política pública y de instituciones climáticas básicas.
La Mesa de Colaboración Metropolitana estableció el compromiso de que el Estado y los municipios metropolitanos serían carbono neutrales a más tardar al 2050 y reducirían el 50 por ciento de las emisiones al 2030, bajo la campaña mundial «Race to Zero».
Ahí, el Gobernador, Alcaldes y Alcaldesa declararon que la crisis climática era una de sus tres prioridades. Samuel García y Luis Donaldo Colosio incluso asistieron a las dos últimas COPs y anunciaron en sus redes muchos compromisos.
Hoy la acción climática está muy lejos de las prioridades de nuestras autoridades. Este año se han cansado de demostrarnos que los compromisos -si de ellos depende- se quedarán en promesas vacías.
Prueba de ello es la masacre al ecosistema del Río Santa Catarina y la nula aplicación de una estrategia frente al calor extremo (que cobró al menos 100 vidas, de acuerdo con el Sistema Epidemiológico Nacional, llevándonos al nada honroso primer lugar nacional).
Lo más representativo es el fallido manejo de la interminable crisis hídrica, desde la negación de su existencia y gravedad hasta la narrativa engañosa de las «soluciones milagro». Seguimos esperando las dos semanas en que el Cuchillo 2 resolvería los cortes (ya nos dijeron que no tienen para cuándo).
Los anuncios de megaproyectos improvisados que no están en instrumento de política pública alguno y no tienen debida fundamentación y motivación legal ni técnica, como el segundo piso de Morones Prieto, las presas «Rompepicos», otro paso a desnivel en Leones, reflejan un total divorcio entre el discurso y la realidad.
Estos proyectos no son acciones climáticas y es muy simple el porqué: no mitigan emisiones de CO2 y no construyen resiliencia climática (no reducen vulnerabilidad y riesgos frente a fenómenos climáticos extremos), sino que las aumentan.
Los Estados y ciudades referentes en acción climática están haciendo lo opuesto, es decir, están pasando a la movilidad no motorizada y a renaturalizar ecosistemas degradados, dejando atrás la preponderancia de la infraestructura gris (concreto, tubos y acero).
Con toda su supuesta «bonanza», la sociedad regiomontana se ha mostrado una y otra vez vulnerable a la sequía, incendios, calor y frío extremo.
Hoy no somos más resilientes y seguimos contribuyendo a la causa: 98 por ciento de la energía de NL viene de combustibles fósiles, somos el mayor consumidor de energía en el País, nuestros traslados son mayormente en vehículos de combustibles fósiles, nuestros cuerpos de agua urbanos son tiraderos a cielo abierto y la economía circular nos es totalmente ajena.
Estaría muy bien que, además de pedirnos el voto, el hoy aspirante a la Presidencia nos cuente qué pasó con los apoyos que publicó el 15 de noviembre del 2022 en su Instagram al regresar de la COP27.
No ha vuelto a mencionar a la International Solar Alliance ni a WRI y su apoyo para la transición energética; a la United Nations Industrial Development Organization y su contribución para la reducción de emisiones, y tampoco sabemos qué fue de las campañas Race to Constitution, Race to Finance y Race to Conservation.
Hay una ventana cada vez más pequeña de oportunidad para tener un futuro habitable en el Estado y Monterrey, pero se está cerrando muy rápido.
Las autoridades de Nuevo León simplemente no están llegando a la cita con la COP28 donde tendrían que mostrar resultados de compromisos de los dos años anteriores. Al final, este año el interés político le ganó a la acción climática.
La autora es gerente en el Centro para el Futuro de las Ciudades del Tecnológico de Monterrey. perlamartinez350@gmail.com
Esta columna de opinión se publicó en el periódico El Norte el 1 de diciembre de 2023.
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