Artículo escrito por Elisabeth Rosenthal, publicado en el periódico The New York Times el 30 de junio de 2013. Traducido al español por Katia Zapata:
Los ambiciosos objetivos del presidente Obama para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de los Estados Unidos, dados a conocer la semana pasada, recibirán una fortuita ayuda por parte de un incipiente cambio en el comportamiento de los americanos: estudios recientes sugieren que los estadounidenses están cada año comprando menos coches, conduciendo menos y emitiendo menos licencias para conducir.
Eso deja a los investigadores ponderando una pregunta fundamental: Ha pasado en Estados Unidos el pico del automovilismo?
Los Estados Unidos, con sus amplias extensiones e ideales suburbanos, había sido por mucho tiempo uno de los principales promotores de la cultura del coche del mundo. Es el lugar de nacimiento del Modelo T, la sede de Detroit, el lugar donde Wilson Pickett inmortalizó la canción «Mustang Sally» y los Beach Boys «Little Deuce Coupe».
Pero el romance de Estados Unidos con sus vehículos parece estar enfriándose. Ajustando las cifras con el crecimiento poblacional, el número de millas recorridas en los Estados Unidos alcanzó su punto máximo en 2005 y se redujo de manera constante a partir de entonces, de acuerdo con un análisis realizado por Doug Short de Advisor Perspectives, una empresa de investigaciones de mercados para inversiones. En abril del 2013, el número de millas recorridas por persona fue de casi un 9 por ciento por debajo del máximo e igual a aquellos de enero de 1995. Parte de la explicación radica sin duda en la recesión, dado a que los problemas de liquidez de los estadounidenses no permiten coches nuevos, y los desempleados no tienen que conducir al trabajo de todos modos. Sin embargo, por muchas medidas la disminución en conducción ha precedido la recesión y parece ser que persiste ahora que la recuperación está en marcha. Los siguientes años nos lo dirán.
«Lo que más me intriga es que las tasas de propiedad de automóviles por hogar y por persona comenzó a bajar dos o tres años antes de la crisis», dijo Michael Sivak, que estudia la tendencia y que es profesor de investigación del Instituto de Investigación en Transporte (Transportation Research Institute) de la Universidad de Michigan. «Creo que significa que algo más fundamental está pasando.»
Si el patrón continúa – y muchos sociólogos creen que lo hará – tendrá consecuencias beneficiosas para las emisiones de carbono y el medio ambiente, ya que el transporte es la segunda mayor fuente de emisiones de los Estados Unidos, justo detrás de las plantas de electricidad. Sin embargo, podría tener consecuencias negativas para la industria del automóvil. De hecho, empresas como Ford y Mercedes ya están cambiando su estrategia de marca etiquetándose como empresas de «movilidad» con una gama de productos más allá del vehículo personal.
«Varias cosas están convergiendo que sugieren que estamos siendo testigos de un cambio cultural a largo plazo», dijo Mimi Sheller, profesora de sociología en la Universidad de Drexel y directora de su Centro de Investigación en Movilidad y Política Pública (Mobilities Research and Policy Center). Ella cita a varios factores: el Internet hace posible el teletrabajo y permite que las personas se sientan más conectados sin tener que manejar para reunirse con amigos. La renovación del centro de las ciudades ha hecho que los suburbios sean menos atractivos, ocasionado que las parejas mayores ya sin hijos en casa regresen a ellas. Asimismo, el aumento de los teléfonos celulares y las aplicaciones móviles para compartir auto han facilitado acuerdos de desplazamientos más flexibles, incluyendo la evolución de los servicios de coche compartido para ir al trabajo.
Con todos estos cambios, las personas que dejaron de moverse en coche por cuestiones de la recesión encuentran menos razones para volver al hábito.
Además de eso, las políticas municipales, estatales y federales que desde hace más de medio siglo promueven la suburbanización y el uso del automóvil – desde los préstamos hipotecarios hasta la construcción de carreteras – poco a poco se están diluyendo o se están invirtiendo. «Ellos crearon lo que yo llamo una cultura de ‘automovilidad’, la cual podría decirse que en los últimos 5 a 10 años se ha estado muriendo,» dijo Sheller.
El nuevo programa de bicicletas públicas de Nueva York y sus peajes de puentes y túneles que cada vez son más altos reflejan estas nuevas prioridades, al igual que la proliferación de programas de uso compartido de automóviles en todo el país.
Los cambios demográficos en la población de conductores sugieren que la tendencia puede acelerarse. Ha habido una gran disminución en el porcentaje de personas entre 16 y 39 años de edad que solicitan una licencia de conducir, mientras que las personas mayores tienden a conservar sus licencias a medida que envejecen, según las investigaciones de Sivak.
Él y yo tenemos observaciones similares sobre nuestros hijos. Los míos (19 y 21) no se han tomado la molestia de conseguir una licencia de conducir, a pesar de que ambos viven en lugares donde podrían ser necesarias. Les interesa, pero no es una prioridad. Ellos organizan sus trabajos de verano y vida social en torno a donde se puede ir andando o tomar el transporte público.
El hijo de Sivak vive en San Francisco y tiene un coche, pero utiliza el BRT cuando puede, a pesar de que a menudo ocupa más tiempo que conducir. «Cuando yo estaba en mis 20 y 30 años», dijo Sivak, «Tenía curiosidad por saber qué tipo coche tenían las personas, pero a los jóvenes no les importa. Un coche es sólo un medio para llegar de A a B cuando el transporte público no funciona «.
Un estudio realizado el año pasado encontró que conducir entre los jóvenes ha disminuido 23 por ciento entre 2001 y 2009. Los Millennials no valoran los coches, sino la tecnología – lo que les importa es qué tipo de dispositivos tienen, dijo Sheller. El porcentaje de conductores jóvenes está inversamente relacionada con la disponibilidad del Internet, según la investigación de Sivak. ¿Por qué gastar una hora manejando al trabajo cuando se puede tomar el autobús o el tren y estar en línea?
Del 2007 al 2011, el grupo más propenso a comprar un coche pasó del grupo de 35 a 44 al grupo de 55 a 64 años.
Si los Millenials empezarán comprando más vehículos una vez que tengan niños que llevar al de fútbol y las obras de la escuela sigue siendo una cuestión abierta. Pero estas proyecciones tienen importantes implicaciones comerciales, aunque los compradores de coches simplemente son más mayores o compran menos coches en su vida en lugar de rechazar la cultura del coche por completo.
En el Mobile World Congress del año pasado en Barcelona, España, Bill Ford, presidente ejecutivo de la Ford Motor Company, presentó un plan de negocios para un mundo en el que tener un vehículo personal es impráctico o indeseable. Propuso la asociación con la industria de las telecomunicaciones para crear ciudades en las que «peatones, bicicletas, vehículos particulares, comerciales y el tráfico de transporte público se tejen en una red conectada para ahorrar tiempo, recursos, reducir las emisiones y mejorar la seguridad.»
Si bien los esfuerzos del presidente Obama para reducir las emisiones se beneficiarán de la reducción de los intereses estadounidenses en conducir, los líderes chinos no tendrán tanta suerte: allí, la propiedad de automóviles personal está creciendo a más del 10 por ciento anual.
Elisabeth Rosenthal es una reportera que cubre temas e medio ambienta y salud para The New York Times.
Publicación original: nytimes.com
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