14 Nov. 2014
Durante décadas se ha venido creyendo que vivimos en una tierra seca, con poca disponibilidad de agua, pero este cuento sólo ha escondido nuestra verdadera historia de exterminadores de ríos.
El historiador Eugenio del Hoyo describe al Monterrey de 1604 como un valle «cruzado por varios y caudalosos ríos alimentados por numerosos manantiales, veneros y ojos de agua y bien irrigado por acequias de aguas claras y murmurantes». Un paisaje que supo seducir a los primeros pobladores españoles.
Todavía en 1844, el escritor Manuel Payno, de visita por nuestra Ciudad, escribió una crónica (que la editorial local Analfabeta publicó el año pasado) en la cual describe al Ojo de Agua de la ciudad como «un manantial de agua clarísima… y rodeado de árboles, de plantas y de flores… que casi se entretejen y enlazan unas con otras, formando materialmente una alfombra de flores y un toldo de verdura».
Los mapas hidrológicos confirman esta fertilidad. Pero esa cartografía de venas y arterias confunden: ¿dónde están todos esos ríos, veneros y riachuelos? ¿A dónde se fueron?
En el último siglo acabamos con todos.
Si no fueron entubados, sus cauces fueron «borrados» por la urbanización y los manantiales fueron sellados. Al tapar sus venas se exterminó al Monterrey del pasado, el que vivía de la agricultura y del pastoreo. En adelante creímos que siempre fuimos industriales.
La ciudad industrial busca en todo espacio o ser viviente una oportunidad de negocio. Por eso no sonaba estúpido revestir los lechos de los ríos de cemento, ni entubarlos, ni secarlos. Por eso pareció moderno sepultarlos sobre placas de concreto.
Esta política aniquiladora fue coherente con la única lealtad posible: producir y consumir.
El acueducto Monterrey VI es emblema de esa aridez creada. Luego de exterminar todos los ríos originales, se pretende «traer» uno desde muy lejos -el Pánuco, ubicado a 400 kilómetros- para aniquilarlo también.
Monterrey VI. Mapa de Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey
Es la reedición del engaño de las presas, pero llevado a un nivel faraónico. Las presas no solucionan ningún problema, apenas lo postergan. Pero además, han sido reiteradamente señaladas como anclajes de violencia, asociadas al despojo y al desplazamiento forzado de poblaciones.
Las presas se construyen porque permiten un excesivo gasto público del que se benefician grupos políticos e industriales, y se les asocia con una narrativa de progreso.
En este sentido, las crisis ecológicas generadas por la lógica del crecimiento han demostrado ser una excelente inversión. La explotación irracional genera escasez, y la escasez es siempre oportunidad de negocio.
De hecho, el representante legal de este desfalco financiero, social y ambiental, Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey, mantiene una política ofertista, que procura el desperdicio.
Año con año reporta conchudamente que el 30 por ciento del agua que extrae se pierde, desaparece. Pero además, dota de 250 litros diarios por habitante cuando podría promover un uso inteligente y óptimo que no rebase los 100.
Por eso, para resistir a un proyecto esencialmente financiero, brutalmente impuesto -que no pasó ni por consulta ni por los congresos- se vuelve indispensable hacer arqueología de nuestra cultura.
Revisar nuestros sedimentos mentales, estudiar las destrucciones que nos preceden y de las que somos hijos nos obliga a reconocer que el proyecto Monterrey VI sigue siendo coherente con la lógica industrial. En eso radica su principal fortaleza.
Por ello, en mi opinión, la cancelación de este proyecto es posible si se evita el enfrentamiento convencional, más performativo que real, cuyo desenlace es fácil de predecir toda vez que no existen condiciones ni para deliberar dentro de un marco institucional, ni para presentar una defensa legal.
Estamos, por lo tanto, ante la oportunidad de plantear soluciones de fondo, es decir, de definir la nueva relación que queremos entablar con el agua.
El desafío más claro es recuperar todas las fertilidades perdidas, incluida la de nuestro pensamiento.
ximenaperedo@gmail.com
-Editorial publicado en el periódico El Norte el 14 de noviembre de 2014-
OTRAS RECOMENDACIONES
–> Cuidemos la fábrica de agua potable en Monterrey, por Antonio Hernández (LEER)
–> Monterrey VI: atraco a la competitividad, por Ernesto Enkerlin (LEER)
–> Aspectos Técnicos del Proyecto Monterrey VI, documento elaborado con información del Dr. Martin Bremer Bremer, Dr. Ernesto Enkerlin Hoeflich -ambos del Tecnológico de Monterrey-, y del Dr. Alfonso Martínez Muñoz, de la Universidad Autónoma de Nuevo León:
