19 Dic. 2015
La plataforma «Alcalde, ¿Cómo Vamos?» es un buen ejemplo de democracia participativa, ese tipo de democracia que permite a los ciudadanos participar en el quehacer público de una forma más activa que la democracia representativa.
En el caso de esta plataforma, la participación se enfoca a ser un contrapeso ciudadano, una especie de acotamiento para que la gestión pública no se desborde de forma indebida o ineficiente.
Si tomamos en cuenta que los más graves problemas políticos (corrupción e impunidad) siempre crecen a la sombra de la indiferencia ciudadana, resulta matemáticamente cierto que a mayor participación ciudadana, mejor calidad política.
Quienes dicen tener vocación de servicio público y de gestión política deberían ser los principales interesados en fomentar la participación social como una vía que permite alcanzar el bien común.
Por eso resulta francamente penoso que ninguno de los ocho Alcaldes del área metropolitana respondiera a la convocatoria que la semana pasada les hizo «Alcalde, ¿Cómo Vamos?». Se trata de un desaire abierto a la sociedad civil organizada.
Pero quizá más penosas fueron las declaraciones que después hicieron algunos Alcaldes y legisladores: que ellos no le rinden cuentas a ONGs, que adoptarán mecanismos para autoevaluarse solos, y que «Alcalde, ¿Cómo Vamos?» perdió credibilidad porque algunas personas que colaboraban con la plataforma se integraron al Gobierno de Jaime Rodríguez.
Una lectura general de la situación indica que la ausencia de los Alcaldes, y su novedosa rebeldía contra la sociedad civil, obedece más a una estratagema del PRI y del PAN para hacer un frente común y hacer retornar a la política a la arena exclusivamente partidista. Un retroceso.
Pero vamos por partes. Ediles y legisladores tienen un grave problema de percepción si creen que no están obligados a rendir cuentas a la sociedad, organizada o no.
No se trata de que le rindan cuentas a las organizaciones de la sociedad civil o de que éstas sean «sus patrones» o les marquen las pautas a seguir. Las asociaciones que forman parte de la plataforma se integran por ciudadanos que se agrupan en torno a alguna causa en la que creen (deporte, reforestación, seguridad), y le dedican su tiempo. A diferencia de los políticos, no cobran ni se arrogan la exclusividad de la búsqueda del bien común.
A finales de 2014, varias decenas de especialistas convocados por «Alcalde, ¿Cómo Vamos?» participaron en la elaboración de una «agenda ciudadana» de 10 acciones mínimas que tienden a mejorar la calidad de vida de la sociedad.
Cuando estaban en campaña, los ediles se comprometieron a esas acciones (calles seguras, permisos a la vista, trato animal digno, la calle para todos, ciudad verde y viva, Gobierno abierto, mejores policías, menos víctimas de violencia familiar, Gobierno a tu servicio) más su acción insignia (11 acciones en total).
También se comprometieron a no faltar a las reuniones de «Alcalde, ¿Cómo vamos?». Otro retroceso: prometer en campaña lo que no se piensa cumplir.
Si la plataforma tiene fallas, si las metas son «irreales» (si uno las lee, no entiende a qué irrealidad se refieren los ediles), o si la metodología no les gusta, pudieron haberlo discutido de frente a los ciudadanos, no ignorarlos.
Su desaire nos lastima a todos, porque lastima la democracia participativa. No pueden no disponer de un par de horas para construir una política mejor, esas horas se las gastan con facilidad en una que otra larga sobremesa. Esa actitud nos hace recordar aquel cuento de Jorge Ibargüengoitia llevado al cine: «La ley de Herodes» (1999). ¿Para allá vamos?
Otro signo de que, en efecto, para allá vamos, es la novedad de que los ediles se van a autoevaluar y que dicha evaluación sustituirá cualquier medición ciudadana. ¡Qué conveniente!
Lo que necesita cualquier democracia moderna son contrapesos y éstos nunca están en el propio Gobierno: todo contrapeso viene de afuera, por simple lógica.
En resumen, lo que nos están diciendo los Alcaldes es que no rendirán cuentas y que su palabra vale porque sí.
Finalmente, no creo que la plataforma haya perdido credibilidad porque uno que otro integrante del pasado ahora sea burócrata. Si un ciudadano se interesa en el bien común y se organiza para alcanzarlo, no es de sorprender que después colabore en el Gobierno, porque el bien común es la finalidad del mismo. ¿O qué? ¿Los Alcaldes y legisladores consideran que sólo a través del partidismo se puede buscar el bien común?
Estos Alcaldes son los primeros que pueden aspirar a una reelección, y al parecer ya la están buscando y por la mala: no ser evaluados o ser evaluados de forma «suavecita». Empiezan a verse los incentivos perversos de la reelección.
margarita.elnorte@gmail.com
Editorial publicado el sábado 19 de diciembre de 2015 en el periódico El Norte.
En campaña la alcadesa y alcaldes actuales firmaron los compromisos que incluyen las metas de Alcalde Cómo Vamos, la cual incluye su asistencia a reuniones con todas las organizaciones que formamos parte de la plataforma.
